“No solo de pan vive el hombre”
Nacido en una familia de clase media acomodada y con una infancia común, va asumiendo y sufriendo los infortunios que cada vez son más presentes y constantes en su realidad según pasan los años. Tras salir de la inmaculada burbuja que representó su infancia ahora se presentan una serie de cuestiones morales que se apoderaran de su persona , guiando de este modo a un ser acomplejado y cubierto de duda. Con la adolescencia, acompañado de tiempo para conocer el desenfrenado desdén propio de la edad, presume de la arrogancia que supone la creída libertad, y su camino se desvía, cuestionando su propia moral, queriendo satisfacer con ardiente deseo sus sentidos. Deja de tomar consciencia de quien es, se abandona…
Retumba en su cabeza esa frase que, como una fresca brisa, se posaba en su mente repetidas veces, fruto del cariño paternal y que poco a poco fue haciendo propia. “No solo de pan vive el hombre”. Junto a ella llega la madurez.
Ya no se abandona, ahora sabe dónde buscar…
Alejandro Martínez García ® – All rights reserved